REFLEXIÓN Y MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY / 31 DE AGOSTO DE 2020

San Lucas 4,16-30: Hoy se cumple esta Escritura

Es muy denso y amplio el mensaje que contiene el evangelio de hoy. Vamos a leer desde hoy hasta el final del Año Cristiano, a las puertas del Adviento, al evangelista Lucas. Comenzamos con su capítulo cuarto, porque en Adviento y Navidad ya lo hicimos con los tres primeros: la anunciación, el nacimiento, la infancia de Jesús y su Bautismo en el Jordán. Y comenzamos con una escena bien significativa, programática, que se puede decir que da sentido a todo el ministerio mesiánico de Jesús: su primera predicación en la sinagoga de su pueblo Nazaret.

Jesús aparece desde la primera página como el Enviado de Dios, su Ungido, el lleno del Espíritu. Y aparece también como el que anuncia la salvación a los pobres, a los cautivos, a los ciegos, a los oprimidos. Lucas va a ser para nosotros un buen maestro para que sepamos presentar a Jesús, también a nuestro mundo de hoy, como el salvador de los pobres. «Me ha ungido y me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres». Es un buen retrato de Jesús, que se irá desarrollando durante las próximas semanas: el que atiende a los pobres, el que quiere la alegría para todos, el que ofrece la liberación integral a los que padecen alguna clase de esclavitud.

¿Es éste también el programa de su comunidad, o sea, de nosotros? ¿se puede decir que estamos anunciando la buena noticia a los pobres? ¿y somos nosotros mismos esos pobres que se dejan alegrar por el anuncio de Jesús? La admiración, primero, y el rechazo y la persecución, después, son ya desde el inicio la síntesis de las reacciones que Jesús va a suscitar a lo largo de su ministerio, acabando en la cruz. Y también de lo que pasará a su Iglesia a lo largo de los siglos, como muy bien se encargó de describir el mismo Lucas en su libro de los Hechos. Con la convicción de que después de la cruz viene la resurrección. Pero, mientras tanto, no nos extraña que fracasen muchos de nuestros esfuerzos, como fracasó Jesús en muchas ocasiones.

Jesús es en verdad el «año de gracia» que Dios ha preparado para la humanidad, al enviarlo -hace ahora dos mil años- como salvador y «evangelizador». Ojalá también nosotros le miremos como sus paisanos al principio: «toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él». «Hoy se cumple esta Escritura». Es lo que pasa cada día, en nuestra escucha de las lecturas bíblicas. No se nos proclaman para que nos enteremos de lo que pasó (lo solemos saber y, sino porque Dios quiere renovar su gracia salvadora, la del AT y la del NT, hoy y aquí para nosotros. Es lo que nuestra meditación personal y la homilía deben buscar: actualizar en nuestras vidas lo que Dios nos ha dicho en su Historia de Salvación.

¡Paz y bien!

Fr. Antonio Majeesh George Kallely, OFM

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