Para que tengan vida eterna

[Oficina de Servicios Pastorales del Real Monasterio]

Tiempo de Cuaresma

«El tiempo de Cuaresma es tiempo propicio para afinar los acordes disonantes de nuestra vida cristiana y recibir la siempre nueva, alegre y esperanzadora noticia de la Pascua del Señor. La Iglesia en su maternal sabiduría nos propone prestarle especial atención a todo aquello que pueda enfriar y oxidar nuestro corazón creyente. Las tentaciones a las que estamos expuestos son múltiples. Cada uno de nosotros conoce las dificultades que tiene que enfrentar. Y es triste constatar cómo, frente a las vicisitudes cotidianas, se alzan voces que, aprovechándose del dolor y la incertidumbre, lo único que saben es sembrar desconfianza. Y si el fruto de la fe es la caridad —como le gustaba repetir a la Madre Teresa de Calcuta—, el fruto de la desconfianza es la apatía y la resignación. Desconfianza, apatía y resignación: esos demonios que cauterizan y paralizan el alma del pueblo creyente.

La Cuaresma es tiempo rico para desenmascarar éstas y otras tentaciones y dejar que nuestro corazón vuelva a latir al palpitar del Corazón de Jesús. Toda esta liturgia está impregnada con ese sentir y podríamos decir que se hace eco en tres palabras que se nos ofrecen para volver a «recalentar el corazón creyente»: Detente, mira y vuelve (Papa Francisco)

El color litúrgico de este tiempo es el morado.

1. Lecturas del IV Domingo de Cuaresma

[Año B: Crónicas 36,14-16.19-23; Efesios 2,4-10; Juan 3,14-21]

Apóstol: «Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos».

Evangelio: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».

2. Meditación

 

«Tú abres a la Iglesia el camino de un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal, para que, llegados a la montaña santa, con el corazón contrito y humillado, reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza, convocado para bendecir tu nombre, escuchar tu Palabra, y experimentar con gozo tus maravillas». (Prefacio V)

1.-  En el libro de los Números se nos cuenta que cuando los judíos huidos de Egipto atravesaban el desierto del Sinaí, no sólo les faltó pan y agua, sino también les atacaron serpientes. Entonces «Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, éste miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado» (Núm 21,9). La serpiente en la enseña es sustituida por Jesús en la cruz, nos dice el Evangelista. A continuación Jesús explica a Nicodemo una relación nueva con Dios, que es una relación muy diferente de la establecida por la Ley o plasmada en los sacrificios ofrecidos en el templo de Jerusalén, cuyo significado se ha encargado Jesús de inutilizar al expulsar a los cambistas y mercaderes del templo.

2.- Dice Jesús que Dios es un Padre; que Dios es Creador, y lo es por el amor; es su amor lo que le ha hecho salir de sí para crear criaturas felices. Dios es totalmente diferente de la creación, pero la hace a su imagen y semejanza, para que la persona, devolviéndole el amor por el que ha sido creada, pueda mantenerse ligada a su origen amoroso. Pero además Dios es el salvador, salvación que promete en el mismo instante en el que la criatura decide alejarse o enfrentarse a Él. Dios no se venga y extirpa a la criatura de la tierra. Dios la quiere salvar, porque no puede dejar de amarla. Por eso envía al mundo lo más preciado que tiene: su Hijo. No salva por medio de interpuestas personas, o por espíritus puros, sino por quien fueron creadas todas las cosas, por quien puede reconocer nuestra creación e identidad humana. De ahí que no dudara en entregar la vida por nosotros.— La condición que pone el Señor para salvarnos es mirar a Jesús, que significa creer en Jesús. Y creer en Jesús es establecer unas relaciones fraternas por las que adquirimos una vida nueva, o como gusta decir al Evangelista, tener una vida eterna, que es asumir y poner en práctica el amor del Señor por el que ha enviado a su Hijo al mundo, que es amar al Señor y amar a los hermanos como Jesús los ha amado. Esto es vivir aquí, en la historia, y allí, en la eternidad.

3.- Pero no podemos perder de vista la libertad humana, el don más preciado que el Señor nos regaló cuando nos creó. Nos hizo libres para que pudiéramos amar. Sin libertad es imposible corresponder en amor al Señor de una manera personal. Los esclavos no aman, se someten. Al ser libres, tenemos la posibilidad de mirar hacia otro lado; de no reconocer a Jesús como salvador en la cruz, y estar sumergidos en las corrientes del mal que nuestra cultura, los ambientes sociales, los medios de comunicación crean de una forma artificial, para ganar más, para gastar más, para que seamos felices desde los principios y dimensiones que ellos han establecido desde su poder omnímodo, dándonos una mínima participación de su disfrute. Porque la vida nos la hacen entender como poder, poder que da la posesión de cosas, del dinero. Y la dignidad y felicidad humanas tienen otras bases y caminan por otras sendas.

Fray Francisco Martínez Fresneda, OFM [https://familiafranciscana.com/2018]

3. Contemplación

Arena y piedra

Dice una bella leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto. En un determinado punto del viaje discutieron y, en el enfado, uno le dio una bofetada al otro. El ofendido, sin proferir palabra, escribió en la arena: «Hoy, mi mejor amigo me dio una bofetada en el rostro». Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado se empezó a sentir mal, se hundía y comenzó a ahogarse. Entonces, el otro fue corriendo a socorrer a su amigo, salvándole de perecer bajo las aguas.

Cuando se recuperó, tomó un estilete y grabó en una piedra: «Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida». Intrigado, el amigo le preguntó: — “¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?» Sonriendo, el otro amigo respondió: — «Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo; pero cuando nos hace una merced debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento podrá nunca borrarlo».

Fray Francisco Arias Marcelo, OFM [Fraternidad San Francisco, Mérida]

Agenda del Santuario

 

La Oficina de Información del Real Monasterio comunica que a la Misa del Domingo, 7 de marzo (12.00 de la mañana), acudirán muchos devotos de toda España a honrar a la Madre del Señor manifestada en Guadalupe. La Comunidad franciscana desea a todos una agradable estancia entre nosotros. Conviene, no obstante, que las peregrinaciones que deseen celebrar en la basílica o en la cripta del camarín,  reserven día y hora por correo electrónico: comunidad@monasterioguadalupe.com

Horario de Misas en la Basílica de Guadalupe
  • Días laborables: 12:00 (Misa de Peregrinos) y 19:00.
  • Domingos y días de precepto: 11:00, 12:00 (Misa de Peregrinos), 13:00 y 19:00.
  1. Antes de la misa diaria de Peregrinos y de todas las misas de domingos y festivos encontrará confesores disponibles.
  2. Todos los días del año se reza el Ángelus o Regina Coeli, y media hora antes de la misa vespertina, el Rosario Mariano.
  3. Todos los jueves del curso pastoral, media hora antes de la misa vespertina, la Comunidad y los demás fieles tiene adoración eucarística y rezo de Vísperas.
  4. Todos los viernes de Cuaresma, después de la misa vespertina, se reza el Viacrucis.

 Son cinco números al año y almanaque de pared (tamaño folio, portadas y 40 páginas en papel satinado a todo color): 19 €. Suscríbase ahora mismo en  guadalupe.mcs1916@gmail.com o Revista Guadalupe  Real Monasterio s/n  10140 GUADALUPE (Cáceres)

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Del templo que él iba a levantar

[Oficina de Servicios Pastorales del Real Monasterio]

Tiempo de Cuaresma

«El tiempo de Cuaresma es tiempo propicio para afinar los acordes disonantes de nuestra vida cristiana y recibir la siempre nueva, alegre y esperanzadora noticia de la Pascua del Señor. La Iglesia en su maternal sabiduría nos propone prestarle especial atención a todo aquello que pueda enfriar y oxidar nuestro corazón creyente. Las tentaciones a las que estamos expuestos son múltiples. Cada uno de nosotros conoce las dificultades que tiene que enfrentar. Y es triste constatar cómo, frente a las vicisitudes cotidianas, se alzan voces que, aprovechándose del dolor y la incertidumbre, lo único que saben es sembrar desconfianza. Y si el fruto de la fe es la caridad —como le gustaba repetir a la Madre Teresa de Calcuta—, el fruto de la desconfianza es la apatía y la resignación. Desconfianza, apatía y resignación: esos demonios que cauterizan y paralizan el alma del pueblo creyente.

La Cuaresma es tiempo rico para desenmascarar éstas y otras tentaciones y dejar que nuestro corazón vuelva a latir al palpitar del Corazón de Jesús. Toda esta liturgia está impregnada con ese sentir y podríamos decir que se hace eco en tres palabras que se nos ofrecen para volver a «recalentar el corazón creyente»: Detente, mira y vuelve (Papa Francisco)

El color litúrgico de este tiempo es el morado.

1. Lecturas del III Domingo de Cuaresma

[Año B: Éxodo 20,1-17; 1Corintios 1,22-25; Juan 2,13-25]

Apóstol: «Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para lo judíos, necedad para los gentiles; pero, para los llamados –judíos o griegos–, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres».

Evangelio: «Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora»».

2. Meditación

 

«En verdad es justo bendecir tu nombre, Padre rico en misericordia, ahora que, en nuestro itinerario hacia la luz pascual, seguimos los pasos de Cristo, maestro y modelo de la humanidad, reconciliada en el amor«. (Prefacio V)

1.- Jesús va desde Betania a Jerusalén. El camino termina en el templo siguiendo la ruta del monte de los Olivos.  Jesús expulsa a los cambistas y vendedores de una forma violenta. El mercado, situado en el amplio atrio de los gentiles del templo, funciona para adquirir las aves y las ovejas para los sacrificios, que en tiempos de Pascua se consumen muchas. En el templo es donde el Señor escucha y bendice y donde los creyentes suplican y dan gracias, por lo que en él se produce la relación más intensa y más objetiva entre Dios y el pueblo. El creyente sabe con toda seguridad que Dios le atiende en su espacio. Junto a esto se añade que la suntuosidad del templo remite a la soberanía divina, soberanía cuyo reconocimiento reclama Dios en el lugar que Israel ha separado del mundo profano para edificarle una casa con arreglo a su grandeza y majestad. El signo físico de la magnificencia divina es el que han transformado los responsables del culto en mercado. Sobran, pues, las personas y las cosas que están en el mercado y que alteran el sentido de la presencia del Señor al cambiar su estancia en un comercio. Se describe el celo que devora a Jesús por defender la casa de su Padre.

2.-  La respuesta de Jesús a los judíos: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré» no se refiere al templo físico que destruirán más tarde los romanos, sino su a cuerpo, postrado por los castigos que recibe en el huerto de los Olivos, en la casa de Anás, en los azotes y en la crucifixión. Ese cuerpo y existencia humillada tiene una causa y un sentido: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos», y ese cuerpo es el que resucita el Señor. Y su cuerpo resucitado es el «hombre nuevo» que él ha revelado cuando convive con su familia y sus paisanos en Nazaret y Cafarnaúm: no es el poder, ni la vanidad, ni el dinero los que cobijan al Señor en sus edificios grandiosos, sino la relación de amor que el Señor estableció para siempre al resucitar a Jesús, y que Jesús introduce en las relaciones humanas: «Venid benditos de mi Padre….». No hay otro templo.

3.- Pablo reprende a los cristianos de la comunidad de Corinto, porque alguno de sus miembros entregan su cuerpo a la fornicación. Entonces afirma: «¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios? Y no os pertenecéis, pues habéis sido comprados a buen precio. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!» (1Cor 6,19). Y escribe a los Romanos: «…Ofreced vuestros cuerpos ­como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual». El Espíritu habita en toda nuestra persona, en toda nuestra vida. El templo va con nosotros si somos capaces de salir de nosotros amando, si sabemos establecer relaciones de amor con todas las personas con las que convivimos. Ahí está el templo, y de esta forma damos el auténtico culto al Señor. Y se reafirma San Pablo: «Porque… todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios» (1Cor 3,23). Los templos físicos están para celebrar la relación de amor que se da en la convivencia humana y para hacernos conscientes de que esa relación de amor está en el Señor.

Fray Francisco Martínez Fresneda, OFM [https://familiafranciscana.com/2018]

3. Contemplación

 

El peregrino

Al lado de la lumbre, Manolios dijo:

El padre Manassé me contó la historia de un monje amigo suyo que deseaba ir al Sepulcro del Señor. Recogió limosnas hasta que, ya viejo, reunió las treinta libras que necesitaba. Apenas había salido del Monasterio, vio a un hombre harapiento, escuálido y triste. El peregrino le dijo:

—¿Adónde vas, padre mío? —le preguntó.

— Al Santo Sepulcro, a Jerusalén. Daré tres vueltas alrededor del Santo Sepulcro y me prosternaré allí a hacer oración.

—¿Cuánto dinero tienes para eso?

—Treinta libras.

—Dámelas a mí; mis niños y mi mujer tienen hambre. Da las tres vueltas alrededor de mí, arrodíllate y ora.

El monje se las dio al pobre, dio tres vueltas a su alrededor, cayó de rodillas, se postró ante él, y se volvió al Monasterio.

Manolios inclinó la cabeza y se calló. Sentían el corazón, turbado. Tras inspirar profundamente, continuó:

Más tarde me enteré de que el monje que quería partir para ver el Santo Sepulcro era el mismo padre Manassé, mi superior; por humildad no quiso confesármelo. Y Esta noche, después de tantos años, he comprendido quién era el pobre que encontró.

Manolios calló. Sus amigos le preguntaron ansiosos:

—¿Quién era?

Con voz temblorosa, Manolios habló: —Cristo.

Los tres se sobresaltaron, como si Cristo hubiera aparecido entre ellos, pobre, perseguido, sangrándole los pies.

[Nikos Kazantzaki, Cristo de nuevo crucificado]

Fray Francisco Arias Marcelo, OFM [Fraternidad San Francisco, Mérida]

Agenda del Santuario

 

La Oficina de Información del Real Monasterio comunica que a la Misa del Domingo, 4 de febrero (12.00 de la mañana), acudirán muchos devotos de toda España a honrar a la Madre del Señor manifestada en Guadalupe. La Comunidad franciscana desea a todos una agradable estancia entre nosotros. Conviene, no obstante, que las peregrinaciones que deseen celebrar en la basílica o en la cripta del camarín,  reserven día y hora por correo electrónico: comunidad@monasterioguadalupe.com

Horario de Misas en la Basílica de Guadalupe
  • Días laborables: 12:00 (Misa de Peregrinos) y 19:00.
  • Domingos y días de precepto: 11:00, 12:00 (Misa de Peregrinos), 13:00 y 19:00.
  1. Antes de la misa diaria de Peregrinos y de todas las misas de domingos y festivos encontrará confesores disponibles.
  2. Todos los días del año se reza el Ángelus o Regina Coeli, y media hora antes de la misa vespertina, el Rosario Mariano.
  3. Todos los jueves del curso pastoral, media hora antes de la misa vespertina, la Comunidad y los demás fieles tiene adoración eucarística y rezo de Vísperas.
  4. Todos los viernes de Cuaresma, después de la misa vespertina, se reza el Viacrucis

 Son cinco números al año y almanaque de pared (tamaño folio, portadas y 40 páginas en papel satinado a todo color): 19 €. Suscríbase ahora mismo en  guadalupe.mcs1916@gmail.com o Revista Guadalupe  Real Monasterio s/n  10140 GUADALUPE (Cáceres)

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El camino de la gloria

[Oficina de Servicios Pastorales del Real Monasterio]

Tiempo de Cuaresma

«El tiempo de Cuaresma es tiempo propicio para afinar los acordes disonantes de nuestra vida cristiana y recibir la siempre nueva, alegre y esperanzadora noticia de la Pascua del Señor. La Iglesia en su maternal sabiduría nos propone prestarle especial atención a todo aquello que pueda enfriar y oxidar nuestro corazón creyente. Las tentaciones a las que estamos expuestos son múltiples. Cada uno de nosotros conoce las dificultades que tiene que enfrentar. Y es triste constatar cómo, frente a las vicisitudes cotidianas, se alzan voces que, aprovechándose del dolor y la incertidumbre, lo único que saben es sembrar desconfianza. Y si el fruto de la fe es la caridad —como le gustaba repetir a la Madre Teresa de Calcuta—, el fruto de la desconfianza es la apatía y la resignación. Desconfianza, apatía y resignación: esos demonios que cauterizan y paralizan el alma del pueblo creyente.

La Cuaresma es tiempo rico para desenmascarar éstas y otras tentaciones y dejar que nuestro corazón vuelva a latir al palpitar del Corazón de Jesús. Toda esta liturgia está impregnada con ese sentir y podríamos decir que se hace eco en tres palabras que se nos ofrecen para volver a «recalentar el corazón creyente»: Detente, mira y vuelve (Papa Francisco)

El color litúrgico de este tiempo es el morado.

1. Lecturas del II Domingo de Cuaresma

[Año B: Génesis 22,1-2.9-13.15-18; Romanos 8,31b-34; Marcos 9, 2-10]

Apóstol: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?».

Evangelio: «Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.» Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos»».

2. Meditación

 

«Cristo, después de anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el resplandor de su luz, para testimoniar, de acuerdo con la Ley y los Profetas, que, por la pasión, se llega a la gloria de la resurrección». (Prefacio)

1.– Los discípulos saben que el mesianismo de Jesús no es un camino triunfante avalado por su todopoderosa filiación divina. Poco antes de su transfiguración, en la confesión de Pedro, le dice a los discípulos que el Hijo de hombre tiene que padecer y morir (cf. Mt 16,21). Para reforzar su fe, se lleva a su círculo íntimo a orar al monte. Transfigurado Jesús por la presencia divina, el Padre comunica su identidad y función fundamental a Pedro, Santiago y Juan: es el Hijo amado; es la Palabra que revela la auténtica voluntad del Padre; es el que completa y resume la ley y los profetas. Con él, como ya lo indicó con Juan Bautista (cf. Mt 11,7), comienza un mundo nuevo, una vida nueva.

2.-  Pero el estilo de vida de Jesús es el de un siervo, obediente a Dios, obediente al servicio de los hombres, como antes le reveló el Padre en el Bautismo (cf.  Mt 3,17). Forma de siervo que le lleva al extremo de morir por amor en la cruz: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13). Pedro, Juan y Santiago lo van a contemplar muy pronto en la oración del huerto, cuando suda sangre y se rompe interiormente al contemplar la inutilidad de su ministerio y al presentir su camino de cruz (cf. Mc 14,32-42par). Por ello, los discípulos necesitan saber que la cruz no puede esconder, y menos negar, la vocación divina de Jesús, la revelación definitiva de la voluntad salvadora del Señor a todos sus hijos. Y tal experiencia se les presenta con la glorificación de Jesús, aquel que la cruz no podrá con él, porque Dios, desde siempre, le ha sido fiel.

3.-  La pasión y la cruz es un camino que termina en la resurrección. Es la vía que ha recorrido Jesús.  Nuestra vida también entraña las experiencias de felicidad y tristeza, de gloria y de muerte, de gracia y desgracia, etc., en su caminar lento o rápido hacia el encuentro con el Señor. Nuestra existencia no es toda gloria, como si fuéramos ángeles, ni es toda desgracia, como si fuéramos diablos. Nuestra historia es un cúmulo de experiencias buenas y malas, de tabores y de cruces que se entrecruzan continuamente, o por fases y tiempos determinados. Debemos convencernos de que al final está la resurrección; que al final sólo quedará lo que hayamos amado, es decir, la dimensión de Dios hecha realidad en nuestros actos y actitudes (cf. 1Jn 4,16). No necesitamos ni la venganza, ni la violencia, ni el poder para solapar la desesperanza o las frustraciones. Simplemente ser fieles, como Jesús, al Padre, que tiene la última palabra sobre nosotros, y nos lo demuestra, de vez en cuando, en los momentos de felicidad que disfrutamos a lo largo de nuestra vida.

Fray Francisco Martínez Fresneda, OFM [https://familiafranciscana.com/2018]

3. Contemplación

El secreto de la vendedora de flores

La vendedora de flores sonreía; su rostro resplandecía de gozo. Por impulso, le compré flores. — Se ve usted muy feliz está mañana, le dije.

¡Claro!, exclamó. Sobran los motivos.

Aquella mujer vestía tan pobremente y se veía tan frágil, que su actitud me intrigó.– Sobrelleva sus problemas admirablemente, la elogié.

Ella me explicó entonces:– Cuando crucificaron a Cristo, el Viernes Santo, fue el día más triste de la historia. Y tres días después, Él resucitó. Por eso, yo he aprendido a esperar tres días siempre que algo me aflige. Las cosas siempre se arreglan de una u otra manera en ese tiempo.

Seguía sonriendo al despedirse de mí. Sus palabras me vienen a la mente cada vez que estoy en dificultades: “Hay que esperar tres días”.  Ernesto García Lechuga

Fray Francisco Arias Marcelo, OFM [Fraternidad San Francisco, Mérida]

Agenda del Santuario

 

La Oficina de Información del Real Monasterio comunica que a la Misa del Domingo, 25 de febrero (12.00 de la mañana), acudirán muchos devotos de toda España a honrar a la Madre del Señor manifestada en Guadalupe. La Comunidad franciscana desea a todos una agradable estancia entre nosotros. Conviene, no obstante, que las peregrinaciones que deseen celebrar en la basílica o en la cripta del camarín,  reserven día y hora por correo electrónico: comunidad@monasterioguadalupe.com

Horario de Misas en la Basílica de Guadalupe
  • Días laborables: 12:00 (Misa de Peregrinos) y 19:00.
  • Domingos y días de precepto: 11:00, 12:00 (Misa de Peregrinos), 13:00 y 19:00.
  1. Antes de la misa diaria de Peregrinos y de todas las misas de domingos y festivos encontrará confesores disponibles.
  2. Todos los días del año se reza el Ángelus o Regina Coeli, y media hora antes de la misa vespertina, el Rosario Mariano.
  3. Todos los jueves del curso pastoral, media hora antes de la misa vespertina, la Comunidad y los demás fieles tiene adoración eucarística y rezo de Vísperas.
  4. Todos los viernes de Cuaresma, después de la misa vespertina, se reza el Viacrucis

 Son cinco números al año y almanaque de pared (tamaño folio, portadas y 40 páginas en papel satinado a todo color): 19 €. Suscríbase ahora mismo en  guadalupe.mcs1916@gmail.com o Revista Guadalupe  Real Monasterio s/n  10140 GUADALUPE (Cáceres)

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