Evangelio y Reflexión del día. Por Fray Manuel Díaz Buiza

En nombre de Dios

Mateo (21,23-27)Evangelio según san Mateo (21,23-27)

En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»
Jesús les replicó: «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?»
Ellos se pusieron a deliberar: «Si decimos «del cielo», nos dirá: «¿Por qué no le habéis creído?» Si le decimos «de los hombres», tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta.»
Y respondieron a Jesús: «No sabemos.»
Él, por su parte, les dijo: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»
Palabra del Señor

La disputa entre Jesús y los jefes religiosos nos invita a confrontar nuestras opciones y nuestra manera de vivir la fe con las exigencias evangélicas. Y nos interpela a preguntarnos si también nosotros, nos reconocemos, a veces, en esta actitud incrédula de los adversarios de Jesús y como ellos, oímos sin escuchar, vemos signos, sin entender el significado, hacemos de nuestra fe una costumbre, un distintivo cultural, sin el dinamismo vivo de la esperanza y la conversión.
Este Evangelio desenmascara muchas de nuestras preocupaciones demasiado humanas, dictadas no por temor de Dios, sino por el deseo de conservar el poder, o sencillamente porque se cumplan nuestras apetencias.
Nuestros deseos, si no buscan la voluntad de Dios, tendrán la misma consistencia que los proyectos de Balaám, echados por tierra por Dios en un instante.
Sin conversión del corazón, sin el deseo inmenso de encontrarse con el Señor, difícilmente descubriremos la novedad que trae Dios en la mirada limpia y tierna del niño-Dios.
Aprovecha esta última semana de adviento para hacer hueco en tu corazón al Dios que viene para quedarse para siempre.

¡Paz y Bien!

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