REFLEXIÓN Y MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY/ 21 DE AGOSTO 2020.

San Mateo 22,34-40: ¿Cuál es el mandamiento principal de la ley?

La escena evangélica de hoy se desarrolla en un contexto de polémica entre Jesús y los fariseos. Así lo señala el comienza del relato: “ Los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se le acercaron y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿ cuál es el mandamiento principal de la ley? Porque los judíos contaban hasta 365 leyes negativas y 248 positivas, suficientes para desorientar a las personas de mejor buena voluntad, a la hora de centrarse en lo esencial.
Pues la respuesta de Jesús fue ésta: el mandamiento principal es amar. Amar a Dios (lo cita del libro del Deuteronomio: Dt 6, 4s) y amar al prójimo «como a ti mismo» (estaba ya en el Levítico: Lv 19,18). Lo que hace Jesús es unir los dos mandamientos y relacionarlos: «estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas».
Entonces lo principal para un cristiano sigue siendo amar. Tienen sentido cumplir y trabajar y rezar y ofrecer y ser fieles. Pero el amor es lo que da sentido a todo lo demás. Nos interesa, de cuando en cuando, volver a lo esencial. También nosotros tenemos, en el Código de Derecho Canónico, muchas normas, necesarias para la vida de la comunidad en sus múltiples aspectos. Pero Jesús nos enseña dónde está lo principal y la raíz de lo demás: el amor. Está muy bien que el Código actual (1983) nos explica en esta cuestión, en su último canon, hablando del sistema a seguir para el traslado de los párrocos, afirme un principio general muy cercano a la consigna de Jesús: «guardando la equidad canónica y teniendo en cuenta la salvación de las almas, que debe ser siempre la ley suprema de la Iglesia» (c. 1752).
¿Podemos decir, cuando nos examinamos al final de cada jornada que nuestra vida está movida por el amor? ¿que, entre tantas cosas que hago, lo que nos caracteriza más es el amor a Dios y al prójimo, o, al contrario, nuestro egoísmo y la falta de amor?. San Pablo nos recomendó: «con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor, pues el que ama al prójimo ha cumplido la ley… todos los demás preceptos se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Rm 13,8-9). Y Jesús nos advirtió que, al final de nuestra vida, seremos examinados precisamente de esto: si dimos agua al sediento y visitamos al enfermo… Seremos examinados del amor.

Por eso yo creo que el amor es lo primero y lo más grande en nuestra vida. En el lugar paralelo de San Marcos se dice que amar a Dios y al hno. “vale más que todos los holocaustos y sacrificios”(12, 33) . Por eso nuestra misión es testimoniar ante el mundo el evangelio del amor y mostremos el cristianismo como religión del sí, positiva y abierta a la vida y a la fraternidad, rompiendo el cerco del egoísmo, incompatible con la celebración del amor de Dios por Cristo en la eucaristía y demás sacramentos de la vida cristiana.

¡Paz y bien!
Fr. Antonio Majeesh George Kallely, OFM.

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