22 de diciembre
Reflexión del Evangelio de martes, IV semana de Adviento
Hoy en el Evangelio podemos que la oración que el evangelista Lucas pone tan acertadamente en labios de María, y que probablemente provenía de la reflexión teológica y orante de la primera comunidad, es un magnífico resumen de la actitud religiosa de Israel en la espera mesiánica, como hemos ido viendo a lo largo del Adviento, y es también la mejor expresión de la fe cristiana ante la historia de salvación que ha llegado a su plenitud con la llegada del Mesías, Salvador y liberador de la humanidad. Jesús, con su clara opción preferencial por los pobres y humildes, por los oprimidos y marginados, es el mejor desarrollo práctico de lo que dice el Magnificat.
Saber alabar a Dios, con alegría agradecida, es una de las principales actitudes cristianas. Ana y María nos enseñan a hacerlo desde las circunstancias concretas de sus vidas. La maestra de la espera del Adviento, y de la alegría de la Navidad, es también la maestra de nuestra oración agradecida a Dios, desde la humildad y la confianza. Para que vivamos la Navidad con la convicción de que Dios está presente y actúa en nuestra historia, por desapacible que nos parezca.
Algunos esperan la suerte de la lotería, como remedio a sus males. A los cristianos nos toca cada año la lotería: el Dios-con-nosotros. Si lo sabemos apreciar, crecerá la paz interior y la actitud de esperanza en nosotros. Y brotarán oraciones parecidas al Magnificat de María desde nuestras vidas. Ella será la solista, y nosotros el coro de la alabanza agradecida a Dios Salvador.
Fr. Antonio Majeesh George Kallely, OFM
¡Paz y bien!