Reflexión del Evangelio de hoy

El evangelio nos propone además la lección de esta buena mujer, Ana. Una del grupo de los «pobres de Yahvé», que esperaban confiados la salvación de Dios y la alcanzaron a celebrar gozosamente. Representante de tantas personas que desde su vida de cada día sirven a Dios y siguen el camino de Jesús, y, sin demasiada cultura probablemente, saben discernir los signos de los tiempos y se dan cuenta más que los sabios de la presencia de Dios en sus vidas.

En el seno de una familia, cuánto bien pueden hacer los abuelos, los padres, los hermanos, comunicando actitudes de fe y fidelidad. Cuánto bien puede hacer en el círculo de los amigos un joven valiente que no esconde su fe y su honradez, sin caer en la esclavitud de los criterios del mundo contrarios a Cristo. Y sobre todo las religiosas y religiosos, con los tres votos de castidad, pobreza y obediencia, con los que optan por una vida de seguimiento de Cristo y luchan contra las apetencias de este mundo.

Siempre que en nuestra vida hacemos opción por Cristo y renunciamos a los contravalores de este mundo, estamos ayudando a los que nos rodean a sentirse también ellos llamados a una mayor fidelidad a su fe. No hace falta que les dediquemos discursos: nos lo verán en nuestro estilo de vida.

Fr. Antonio Majeesh George Kallely, OFM

¡Paz y bien!

 

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