Hoy en el evangelio podemos ver que después de expulsar a los mercaderes del Templo, las autoridades Preguntan a Jesús: ¿con qué autoridad haces esto?. Jesús, como tantas veces en el evangelio, elude elegantemente la cuestión, que no era sincera, y contraataca con la pregunta sobre el bautismo de Juan, o sea, sobre la persona misma del Bautista: ¿hay que considerarlo como del cielo o de los hombres?
Nosotros sabemos que el Enviado de Dios, Cristo Jesús, vino hace dos mil y veintiuno años que como Resucitado sigue estándonos presente. El testimonio de la presencia de Dios en nuestra historia no nos viene siempre a través de personas importantes y solemnes.
Otras mucho más sencillas, de las que menos nos lo podamos esperar, que nos dan ejemplo con su vida de valores auténticos del Evangelio, pueden ser los profetas que Dios nos envía para que entendamos sus intenciones de salvación. Pueden ser mayores o jóvenes, hombres o mujeres, laicos o religiosos, personas de poca cultura o grandes doctores, creyentes o alejados de la Iglesia.
Fr. Antonio Majeesh George Kallely, OFM