Evangelio y Reflexión del día. Por Fray Manuel Díaz Buiza

Juan (5,17-30)Evangelio según san Juan (5,17-30) En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: – «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo». Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: – «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio. para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida. En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió». Palabra del Señor Jesús es perseguido por los judíos a causa de las curaciones en sábado. Para fundamentar sus obras, Jesús revela su propia identidad de Hijo de Dios, poniéndose así por encima de la ley:»lo que hace el Padre, eso mismo hace el Hijo». Un hijo imita siempre al que le ha dado la vida. Ha aprendido a mirar la vida a través de los ojos de quien le ha iniciado en los secretos de la existencia. «El hijo no puede hacer nada por su cuenta». Desde toda la eternidad, ha aprendido a mirar la vida como la mirada del Padre. Sabe mejor que nadie el valor que Dios le da a la existencia humana. San Ireneo decía: lo que hay visible en el Padre es el Hijo. Hazte hijo a tu vez, uniéndote a tu hermano mayor; Él te iniciará en los secretos de la vida: «Os aseguro quien escuche mi palabra y cree al que me envió, posee la vida eterna. Esta debe de ser la tarea de todo cristiano: parecernos al Hijo, aprender de nuestro hermano mayor a vivir la vida como Él la vivió, así, un día, Dios reconocerá el nombre inscrito en nuestra carne, pues llevamos el nombre del Hijo único si vivimos como él vivió. Así, un día, Él se reconocerá al mirarnos y nos dirá sonriente:¡Cómo os parecéis a mi, entrad en mi casa! ¡Paz y Bien!

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Reflexión del Evangelio de hoy| Martes 16 de marzo de 2021| Fr. Antonio Majeesh George Kallely, OFM

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Evangelio y Reflexión del día. Por Fray Manuel Díaz Buiza

Juan (5,1-16)

Evangelio según san Juan (5,1-16)

Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.
Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:
«¿Quieres quedar sano?».
El enfermo le contestó:
«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».
Jesús le dice:
«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».
Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:
«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».
Él les contestó:
«El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”».
Ellos le preguntaron:
«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».
Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:
«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».
Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

Se arrastraban hasta allí cantidad de lisiados y multitud de mendigos. Se juntaban al borde de la piscina, y cada uno sobrevivía esperando poder algún día meterse en el agua al ser agitada. Imagen de una humanidad que sobrevive en la espera siempre frustrada de una salud aleatoria. El agua de Betesda era estéril, no podría producir un nuevo nacimiento. Están lejos los días en el que el hombre corre libre y feliz. Lejos, el paraíso perdido donde el torrente de la vida regaba la tierra y la fecundaba. Pero Jesús pasó:¿Quieres quedar sano? Y el hombre paralítico desde hace 38 años, encadenado a su pasado de desdicha, se pone en pie. Cuando Dios da el agua de la vida, el viejo mundo desaparece.
Nosotros como este paralítico somos una creación nueva. Dios ha hecho que brotase del costado de su Amado sangre y agua, río de vida que purifica todo cuando penetra. Nuestra vida reverdece cuando el espíritu nos inunda. Hemos sido bautizados en la muerte y resurrección de Jesús y pertenecemos a una tierra liberada. Nos ha hecho atravesar el mar y nos ha sumergido en el río de la vida. Pertenecemos al nuevo mundo. En la noche de Pascua, Cristo enterrará nuestras obras estériles y oiremos el grito de la victoria.
¿Vives tus enfermedades, tus problemas, tus cruces y tus «muertes» sintiéndote salvado, en la tierra liberada, sumergido en el río de la vida?

¡Paz y Bien!

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