¡El Buen pastor ama!
Evangelio según san Juan (10,11-18)
En aquel tiempo dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»
Palabra del Señor
La resurrección de Jesús ha sido como una explosión de vida, ha sido como un despertar que ha empezado a romper moldes. El cerrojo, y los muros, y la norma y las fronteras… son muerte. La vida no aguanta ya las cadenas y tiende, inconteniblemente a derramarse. No hay quien pare ya el avance de esta vida: «tengo además otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer». El buen pastor ama. Y el amor salta los muros, recorre los caminos, busca a las ovejas que están lejos. Y las busca no para dominarlas sino porque le duelen: porque las ve muertas y quiere darles vida, su vida:»Yo doy mi vida por las ovejas. Los que escuchen su voz, pasarán a formar parte del único rebaño, del único pastor: un aprisco sin valla, mas bien una corriente de vida que crece, que se esconde, que lo fecunda todo a su paso, que salta y canta y corre el ancho mar de la Vida sin orillas…
Como veis, Jesús a la hora de dar, lo da todo, da su vida. Pero a la hora de pedir, lo pide también todo. ¿Quieres formar parte de este redil?
¡Feliz jornada mundial por las vocaciones!
¡Feliz Domingo!
¡Paz y Bien!