Evangelio según san Mateo (1,16.18-21.24a)
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
– «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Palabra del Señor
En el corazón mismo de la cuaresma, celebramos la solemnidad de San José en este año de pandemia donde el Papa Francisco ha convocado un año especial dedicado a San José.
Un padre amado, un padre en la ternura, en la obediencia y en la acogida; un padre de valentía creativa, un trabajador, siempre en la sombra: con estas palabras el Papa Francisco describe a san José de una manera tierna y conmovedora. Lo hace en la Carta apostólica Patris corde publicada con motivo del 150 aniversario de la declaración por el Beato Pio IX (1870) del Esposo de María como Patrono de la Iglesia Católica. En el trasfondo de la Carta apostólica, está la pandemia de Covid-19 que -escribe Francisco- nos ha hecho comprender la importancia de la gente común, de aquellos que, lejos del protagonismo, ejercen la paciencia e infunden esperanza cada día, sembrando la corresponsabilidad. Como san José, «el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta». Y sin embargo, el suyo es «un protagonismo sin igual en la historia de la salvación».
Dios se sirve de José, hombre sencillo y de profunda fe para sacar adelante su historia de salvación centrada en Jesús. José no obstaculiza el designio divino, entra en el misterio sin comprenderlo a fondo, se fía de su creador y colabora con docilidad y confianza.
José, es otra figura en este tiempo de cuaresma que puede pasar desapercibida, y sin embargo, la Anunciacion del Angel a José, manifiesta una confianza tal pues él ni siquiera habla ni duda, como si ocurriera en la anunciación de Maria. San José está dispuesto a obedecer sin dilación, se pone en actitud de escucha, es el justo, el pobre que tiene a Dios por riqueza.
San José nos invita a entrar en la escuela de los pobres que creen plenamente en el amor de Dios y han experimentado su don.
José… el hombre que adoptó al Hijo de Dios. Esta es su justicia. Y esta será también la nuestra, cuando en el corazón mismo de nuestros amores y de nuestras dudas, vivamos la historia de Dios-con-nosotros, Enmanuel.
¡Felicidades a todos los padres en su difícil pero apasionante tarea de acompañar a sus hijos en este camino de la vida!
Pidamos también en este día en que la Iglesia celebra el día del seminario, por todos los seminaristas para que perseveren y lleven a buen fin la obra de amor que Dios está llevando a cabo en cada uno de ellos.
Y sigamos rezando para que la poderosa intercesión de San José nos dé la fuerza necesaria para afrontar esta epidemia.
¡Paz y Bien!
¡Paz y Bien!