Evangelio según san Mateo (9,14-15)
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunaran.»
Palabra del Señor
¡Cuando está Dios, se hace fiesta! Y Dios está siempre con nosotros, aunque a veces, no lo notemos y parezca que guarda silencio y su luz no consiga dar calor a nuestros devastados caminos. Su resurrección está como escondida en el abismo de la tierra, como una aurora apenas perceptible. Por eso, mientras llega el alba del nuevo día, debemos mantener despierto el corazón durante la noche en ayuno y oración.
Así, si dejas que tu corazón ayune, si te despojas de todo equipaje inútil, en el deseo de Dios y en el amor del hombre, sabrás que la fiesta no ha terminado. La mesa está puesta todavía, y el Esposo comparte en ella su propia vida. La aurora de la resurrección ya está presente en nuestra vida. ¿La notas?
¡Paz y Bien!