La Palabra de Dios envuelta en el ropaje sencillo de una palabra humana.
Evangelio según san Marcos (6,1-6)
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano De Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Palabra del Señor
¡Con cuánta fatiga la verdad se abre camino entre los hombres! Las lecturas de este Domingo nos presenta a tres personas para la misión: el profeta desterrado Ezequiel, Pablo el que presume de sus debilidades y Jesús, un carpintero, hijo de María y José. Todos experimentan el rechazo de los suyos, sus conocidos, vecinos, conciudadanos.
Es el riesgo que asume Dios al usar la mediación de los profetas. Seguro que el mensaje que quiere transmitirnos no llegará químicamente puro, sino mezclado, empobrecido con la ganga de las limitaciones humanas. Pero Él lo prefiere así. Prefiere que su Palabra llegue a los hombres no dicha desde arriba, a golpe de relámpago, sino envuelta en el ropaje sencillo de una palabra humana.
Existe, el riesgo, de que los hombres, al oír al profeta, se queden en la sola apariencia y no lleguen a darse cuenta de que, dentro de la pobre palabra del profeta, está tratando de llegar nada más y nada menos que la Palabra salvadora del Señor. No es extraño que así ocurra. Pasó con Jesús ¡y eso que era Jesús!: «¿De dónde saca todo esto….?, ¿no es éste el carpintero…? Y desconfiaban del él».
Pero la gloria del profeta es ver la alegría de su corazón agradecido porque Dios se ha dignado usar sus pobres harapos para vestir esa Palabra eterna que está queriendo decir a los hombres.
Dios cuenta con el hombre, ¿no es maravilloso?
¡Feliz Domingo!
¡Paz y Bien!