¡Hay que nacer de lo alto!
Evangelio según san Juan (3,1-8)
Había un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
«Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él».
Jesús le contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».
Nicodemo le pregunta:
«¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?».
Jesús le contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabemos de dónde viene ni adónde va. Así es todo lo que ha nacido del Espíritu».
Palabra del Señor
Nicodemo tenía hambre de razones para vivir y acude de noche a consultar a Jesús. Y la respuesta de Jesús apunta muy alto: «lo que ha nacido de la carne es carne, hay que nacer del agua y del espíritu».
El secreto de la vida está escondido en un sepulcro vacío: ¡no se puede retener cautiva a la Vida nueva!
Ha nacido un nuevo orden, otra manera de vivir la vida, tenemos nuevas razones para seguir esperando. ¡Hay que nacer de lo alto! Es decir, hay que ir tejiendo la trama del mundo nuevo con los hilos de tu vida entregada y la aguja de la confianza puesta en Aquel que nos ha rescatado con su muerte y resurrección.
¡Paz y Bien!