Reflexión del Evangelio de lunes, IV semana de Adviento

Hoy ambas lecturas rebosan de alegría. Alegría que ante todo llena el corazón de Dios: él se goza y se alegra con júbilo como en día de fiesta. Alegría de los novios al poder verse después de la separación del invierno. Alegría de las dos mujeres, María e Isabel, que experimentan la venida del Dios salvador.

¿Sabremos experimentar nosotros esta alegría que Dios nos quiere comunicar? Para ello debemos tener ojos de fe, y saber reconocer la presencia de Dios en las personas y los acontecimientos de la vida, como Isabel y María supieron reconocer la presencia del misterio en sus respectivas experiencias. Saber ver a Dios actuando en nuestra vida de cada día, en las personas que nos rodean.

¿Sabemos, en nuestra vida, «visitar» a los demás como María? O sea, ¿estamos siempre dispuestos a salir al encuentro, a comunicarnos, a compartir la experiencia gozosa y la triste, a ofrecer nuestra ayuda? La visita es salida de sí mismo, cercanía, presencia a los otros. Para llevar nuestro interés y nuestro amor, y transmitir así, en el fondo, la experiencia de Dios, en un mundo que no conoce demasiado la gratuidad del amor ni la cercanía de las «visitas». Lo podemos hacer en el círculo de nuestra familia o de nuestros amigos y conocidos o compañeros de trabajo. Si sabemos «visitar», a imitación del Dios que «ha visitado y redimido a su pueblo», y de Cristo Jesús, el que había sido anunciado como «el sol que nos visitará, venido de lo alto», la Navidad será una experiencia gozosa.

O Oriens: «Oh Oriente, Sol que naces de lo alto, resplandor de la luz eterna, sol de justicia: ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte»

Cristo es la luz que refleja para nosotros la luz de Dios: «Oh luz gozosa de la santa gloria del Padre celeste». Simeón anunció que Jesús venía «para alumbrar a las naciones». Y el mismo Jesús dijo: «yo soy la Luz del mundo». Él es el que de veras puede venir a iluminar nuestras tinieblas en esta Navidad, como tantas veces nos ha anunciado el profeta Isaías.

Fr. Antonio Majeesh George Kallely, OFM

¡Paz y bien!

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