[Oficina de Servicios Pastorales del Real Monasterio]
50 días de Pascua
Catequesis o sentido de la celebración
¿Qué es el Tiempo pascual? 100. La celebración de la Pascua se continúa durante el tiempo pascual. Los cincuenta días que van del domingo de Resurrección al domingo de Pentecostés se celebran con alegría, como un solo día festivo, más aún, como el «gran domingo».
Sacramentos pascuales. 102. Para aquellos adultos que han recibido la iniciación cristiana durante la Vigilia pascual, este tiempo ha de considerarse como un tiempo de «mistagogia». En todas partes, además, durante la octava de Pascua hágase memoria en la plegaria eucarística de los que han recibido el bautismo en la Vigilia pascual.
103. Los neófitos [o recién bautizados] tengan reservado un lugar especial entre los fieles durante todo el tiempo pascual, en las Misas dominicales. Los neófitos procuren participar en las Misas junto con sus padrinos. En la homilía y, en cuanto sea posible, en la plegaria universal o de los fieles, hágase mención de ellos. […]. Es muy conveniente que los niños reciban su primera comunión en estos domingos pascuales.
104. Los pastores han de recordar y explicar a los fieles durante el tiempo pascual el sentido del precepto de la Iglesia de recibir la Eucaristía en este tiempo a los cristianos que ya han hecho la primera comunión. Se encarece que durante este tiempo, y especialmente durante la semana de Pascua, se lleve la comunión a los enfermos.
Costumbres pascuales. 106. Según la diversidad de países y culturas, existen muchas costumbres populares vinculadas con las celebraciones del tiempo pascual que quizá suscitan una mayor participación popular que a las mismas celebraciones litúrgicas. Tales costumbres no han de ser despreciadas, dado que a menudo expresan bien la mentalidad religiosa de los fieles. Las Conferencias Episcopales y los Ordinarios del lugar preocúpense para que estas costumbres, que pueden favorecer la piedad, puedan ser ordenadas del mejor modo posible con la liturgia, se llenen profundamente de su espíritu y guíen al Pueblo de Dios hacia la misma.
¿Cuándo termina? 107. El domingo de Pentecostés concluye este sagrado período de cincuenta días con la conmemoración de la donación del Espíritu Santo derramados sobre los apóstoles, el comienzo de la Iglesia y el inicio de su misión a todos los pueblos, razas y naciones. Se recomienda la celebración prolongada de la Misa de la Vigilia de Pentecostés, que no tiene un carácter bautismal como la Vigilia de Pascua, sino más bien de oración intensa según el ejemplo de los apóstoles y discípulos, que perseveraban unánimemente en la plegaria juntos con María, la Madre de Jesús, esperando el don del Espíritu Santo.
[CPFP. Congregación para el Culto divino, 1988]
El color litúrgico de este día y tiempo es el BLANCO.
1. Lecturas del III Domingo de Pascua
[Año B: Hechos de los apóstoles 3, 12-15. 17-19; 1 Juan 2, 1-5a; Lucas 24, 35-48 ]
Apóstol: «Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. En esto sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él».
Evangelio: «Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: –Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
2. Meditación
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca exaltarte en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado. Porque con la destrucción del pecado son renovadas todas las cosas, y queda restaurada en Cristo la plenitud de nuestra vida. (Prefacio IV de Pascua)
1. El resucitado, compañero de camino. Así lo expresan los evangelistas, mostrando signos de identidad del resucitado en el camino humano. Él quita el fantasma y la amenaza de la soledad, ampara el camino humano con acompañamiento, de otra manera se hace poco menos que imposible. Esta cualidad divina es la que Jesús resucitado actualiza constantemente en el mundo con dos signos en el evangelio de hoy y que como imágenes suyas que somos estamos capacitados para recrear. Son dos formas de decir cómo el Resucitado está en la vida.
A. Mostrando las llagas de sus manos, sus pies, su costado roto para indicar que Dios resucita a un crucificado. Quiere hacer entender que no hay que olvidar que el lado oscuro de la vida, la debilidad histórica, tiene futuro, tiene salidas hacia la plenitud y que más allá de esto y superándolo hay vida, hay resurrección.
El Padre ha resucitado a un crucificado y a los crucificados por su pobreza, por su pecado; es un Padre solidarizado con las víctimas, los perseguidos, los juzgados, maltratados, y un largo etc., que no tienen otro defensor. Así a la vez libera de la muerte a los más desdichados y vulnerables y está haciendo justicia, pues la última palabra no la tienen ni el verdugo, ni la violencia, sino las víctimas y el amor. Así reacciona ante lo que los hombres han hecho con su Hijo y se identifica con los sufridos y crucificados de hoy. Aunque parece que se calla ante los que penden de la cruz, termina manifestándonos que los sufrientes no están solos.
B. Come con sus discípulos un trozo de pescado asado. No se desentiende del camino humano, ni lo abandona, sigue apostando por él. Así comparte la necesidad del alimento, comiendo lo que ellos le ofrecen y tienen.
Jesús se “alimenta” con nuestros mismos peces, comparte nuestra vida y necesidades y él nos alimenta y acompaña “por dentro” en nuestras debilidades. La Pascua es tiempo de compartir la Palabra y el pan en la Eucaristía.
2. Fe en el resucitado. La fe en el resucitado no es automática, se desarrolla entre dudas e interrogantes. Cuando estamos crucificados, porque ha aparecido el lado oscuro de nuestra vida, los problemas nos asaltan, la dureza de una enfermedad, el contratiempo de la fraternidad, la comunión…, es poco menos que imposible superarlos, no es fácil ver la compañía del resucitado, no es fácil vivir la fe, reconocer a Jesús. La fe nace, crece desde la propia experiencia. En el evangelio, los de Emaús, contaban cómo lo reconocieron resucitado al partir el pan, pero la mayoría no sabe nada, hasta que lo experimentan y reconocen con el deseo de su paz. Se asustan, tienen miedo, le ven como un fantasma o no se lo creen por la alegría. Reconocer que el Dios de la vida es fiel y no abandona, “abrírseles el entendimiento” para comprender las Escrituras requiere encuentro, signos, tiempo, reflexión, mirar las llagas del resucitado, asimilar que en su cruz él clavó ya nuestro dolor y nuestros problemas y nos invita a mirar hacia arriba, no con la vista plana y entender que el aparente fracaso de la cruz es camino seguro de felicidad. Es el camino del Espíritu de Jesús. Solo la vida entregada por amor no muere con la muerte, perdura para siempre.
3. Hacerse testigos. Resucitados, testigos de su nombre, recordatorios de su amor, contagiados que no pueden parar de hablar, ni de acompañar por la nueva vida causada por su encuentro es ser cristianos. Es el tiempo para dar testimonio de cómo vive Jesús “dentro de nosotros”, no de lo que sabemos de él teóricamente como papagayos. Tiempo de ser maestros de vida, testigos de esperanza y del valor de lo humano, pues Jesús lo fecunda y hace fuerte. Nuestra vocación es vivir la resurrección en nuestra propia humanidad, en nuestra debilidad, construyendo fraternidad, solidaridad y acompañamiento como Jesús hizo desde la cruz. La alegría a los discípulos no les dejaba creer. Aprender a ver todo lo positivo, tanto bien como hay a nuestro alrededor, tantas personas capaces de no pensar mal, capaces de hacer ante todo el bien, de descubrir la belleza que los rodea, son pruebas de las posibilidades que tenemos como hombres y mujeres para andar el camino de nuestra vida, resucitados. Para acompañar hay que tocar, estar cerca y vivir, como Jesús, las distancias cortas del abrazo: con el “leproso” de hoy, sacando del pozo en sábado, cuestionando rigorismos y cumplimientos culpabilizantes, estando cerca de los hermanos más débiles.
Fray Pedro Juan Alonso O.P. [https://www.dominicos.org/2018]
3. Contemplación
“¿Es usted Jesús?”
Un grupo de comerciantes fue a una convención de ventas. La convención se alargó, y llegaban retrasados al aeropuerto. Entraron todos corriendo por los pasillos. De repente, y sin quererlo, uno de ellos tropezó con una mesa que tenía una canasta de manzanas. Las manzanas rodaron por el suelo. Sin detenerse, los comerciantes siguieron corriendo para subirse al avión.
Todos menos uno. Éste se detuvo, respiró hondo, y experimentó un sentimiento de compasión por la dueña del puesto. Le dijo a sus amigos que siguieran y le pidió a uno que le dijera a su esposa que llegaría en el siguiente vuelo. Volvió sobre sus pasos, encontrándose todas las manzanas tiradas por el suelo. Su sorpresa fue enorme cuando vio que la dueña del puesto era una niña ciega. La encontró llorando, con enormes lágrimas corriendo por sus mejillas.
Tanteaba el piso, tratando de recoger las manzanas, mientras la multitud pasaba, sin detenerse ni importarle su desdicha. El hombre se arrodilló con ella, juntó las manzanas, las puso en la canasta y le ayudó a montar el puesto. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que muchas estaban magulladas. Las tomó y las puso en otra canasta. Cuando terminó, sacó su cartera y le dijo a la niña: – Toma, por favor, estos cien pesos por el daño que hicimos.
Ella, llorando, asintió con la cabeza. Conforme el vendedor se alejaba, la niña le gritó:– Señor…, ¿es usted Jesús…?
Para encontrarnos con Jesús, hemos de descubrir las manos que bendecían a los enfermos y acariciaban a los niños, los pies caminando con los olvidados, descubriendo sus heridas. Es ese Jesús el que ahora vive resucitado.
Selección de Fray Francisco Arias Marcelo, OFM. [Fraternidad de Mérida]
Agenda del Santuario
La Oficina de Información del Real Monasterio comunica que a la Misa del Domingo de Pascua, 15 de abril (12.00 de la mañana), acudirán muchos devotos de toda España a honrar a la Madre del Señor manifestada en Guadalupe. La Comunidad franciscana desea a todos una agradable estancia entre nosotros. Conviene, no obstante, que las peregrinaciones que deseen celebrar en la basílica o en la cripta del camarín, reserven día y hora por correo electrónico: comunidad@monasterioguadalupe.com
Horario de Misas en la Basílica de Guadalupe
- Días laborables: 12:00 (Misa de Peregrinos) y 20:00.
- Domingos y días de precepto: 11:00, 12:00 (Misa de Peregrinos), 13:00 y 20:00.
- Antes de la misa diaria de Peregrinos y de todas las misas de domingos y festivos encontrará confesores disponibles.
- Todos los días del año se reza el Ángelus o Regina Coeli, y media hora antes de la misa vespertina, el Rosario Mariano.
- Todos los jueves del curso pastoral, media hora antes de la misa vespertina, la Comunidad y los demás fieles tiene adoración eucarística y rezo de Vísperas.
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