Del templo que él iba a levantar

[Oficina de Servicios Pastorales del Real Monasterio]

Tiempo de Cuaresma

«El tiempo de Cuaresma es tiempo propicio para afinar los acordes disonantes de nuestra vida cristiana y recibir la siempre nueva, alegre y esperanzadora noticia de la Pascua del Señor. La Iglesia en su maternal sabiduría nos propone prestarle especial atención a todo aquello que pueda enfriar y oxidar nuestro corazón creyente. Las tentaciones a las que estamos expuestos son múltiples. Cada uno de nosotros conoce las dificultades que tiene que enfrentar. Y es triste constatar cómo, frente a las vicisitudes cotidianas, se alzan voces que, aprovechándose del dolor y la incertidumbre, lo único que saben es sembrar desconfianza. Y si el fruto de la fe es la caridad —como le gustaba repetir a la Madre Teresa de Calcuta—, el fruto de la desconfianza es la apatía y la resignación. Desconfianza, apatía y resignación: esos demonios que cauterizan y paralizan el alma del pueblo creyente.

La Cuaresma es tiempo rico para desenmascarar éstas y otras tentaciones y dejar que nuestro corazón vuelva a latir al palpitar del Corazón de Jesús. Toda esta liturgia está impregnada con ese sentir y podríamos decir que se hace eco en tres palabras que se nos ofrecen para volver a «recalentar el corazón creyente»: Detente, mira y vuelve (Papa Francisco)

El color litúrgico de este tiempo es el morado.

1. Lecturas del III Domingo de Cuaresma

[Año B: Éxodo 20,1-17; 1Corintios 1,22-25; Juan 2,13-25]

Apóstol: «Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para lo judíos, necedad para los gentiles; pero, para los llamados –judíos o griegos–, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres».

Evangelio: «Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora»».

2. Meditación

 

«En verdad es justo bendecir tu nombre, Padre rico en misericordia, ahora que, en nuestro itinerario hacia la luz pascual, seguimos los pasos de Cristo, maestro y modelo de la humanidad, reconciliada en el amor«. (Prefacio V)

1.- Jesús va desde Betania a Jerusalén. El camino termina en el templo siguiendo la ruta del monte de los Olivos.  Jesús expulsa a los cambistas y vendedores de una forma violenta. El mercado, situado en el amplio atrio de los gentiles del templo, funciona para adquirir las aves y las ovejas para los sacrificios, que en tiempos de Pascua se consumen muchas. En el templo es donde el Señor escucha y bendice y donde los creyentes suplican y dan gracias, por lo que en él se produce la relación más intensa y más objetiva entre Dios y el pueblo. El creyente sabe con toda seguridad que Dios le atiende en su espacio. Junto a esto se añade que la suntuosidad del templo remite a la soberanía divina, soberanía cuyo reconocimiento reclama Dios en el lugar que Israel ha separado del mundo profano para edificarle una casa con arreglo a su grandeza y majestad. El signo físico de la magnificencia divina es el que han transformado los responsables del culto en mercado. Sobran, pues, las personas y las cosas que están en el mercado y que alteran el sentido de la presencia del Señor al cambiar su estancia en un comercio. Se describe el celo que devora a Jesús por defender la casa de su Padre.

2.-  La respuesta de Jesús a los judíos: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré» no se refiere al templo físico que destruirán más tarde los romanos, sino su a cuerpo, postrado por los castigos que recibe en el huerto de los Olivos, en la casa de Anás, en los azotes y en la crucifixión. Ese cuerpo y existencia humillada tiene una causa y un sentido: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos», y ese cuerpo es el que resucita el Señor. Y su cuerpo resucitado es el «hombre nuevo» que él ha revelado cuando convive con su familia y sus paisanos en Nazaret y Cafarnaúm: no es el poder, ni la vanidad, ni el dinero los que cobijan al Señor en sus edificios grandiosos, sino la relación de amor que el Señor estableció para siempre al resucitar a Jesús, y que Jesús introduce en las relaciones humanas: «Venid benditos de mi Padre….». No hay otro templo.

3.- Pablo reprende a los cristianos de la comunidad de Corinto, porque alguno de sus miembros entregan su cuerpo a la fornicación. Entonces afirma: «¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios? Y no os pertenecéis, pues habéis sido comprados a buen precio. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!» (1Cor 6,19). Y escribe a los Romanos: «…Ofreced vuestros cuerpos ­como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual». El Espíritu habita en toda nuestra persona, en toda nuestra vida. El templo va con nosotros si somos capaces de salir de nosotros amando, si sabemos establecer relaciones de amor con todas las personas con las que convivimos. Ahí está el templo, y de esta forma damos el auténtico culto al Señor. Y se reafirma San Pablo: «Porque… todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios» (1Cor 3,23). Los templos físicos están para celebrar la relación de amor que se da en la convivencia humana y para hacernos conscientes de que esa relación de amor está en el Señor.

Fray Francisco Martínez Fresneda, OFM [https://familiafranciscana.com/2018]

3. Contemplación

 

El peregrino

Al lado de la lumbre, Manolios dijo:

El padre Manassé me contó la historia de un monje amigo suyo que deseaba ir al Sepulcro del Señor. Recogió limosnas hasta que, ya viejo, reunió las treinta libras que necesitaba. Apenas había salido del Monasterio, vio a un hombre harapiento, escuálido y triste. El peregrino le dijo:

—¿Adónde vas, padre mío? —le preguntó.

— Al Santo Sepulcro, a Jerusalén. Daré tres vueltas alrededor del Santo Sepulcro y me prosternaré allí a hacer oración.

—¿Cuánto dinero tienes para eso?

—Treinta libras.

—Dámelas a mí; mis niños y mi mujer tienen hambre. Da las tres vueltas alrededor de mí, arrodíllate y ora.

El monje se las dio al pobre, dio tres vueltas a su alrededor, cayó de rodillas, se postró ante él, y se volvió al Monasterio.

Manolios inclinó la cabeza y se calló. Sentían el corazón, turbado. Tras inspirar profundamente, continuó:

Más tarde me enteré de que el monje que quería partir para ver el Santo Sepulcro era el mismo padre Manassé, mi superior; por humildad no quiso confesármelo. Y Esta noche, después de tantos años, he comprendido quién era el pobre que encontró.

Manolios calló. Sus amigos le preguntaron ansiosos:

—¿Quién era?

Con voz temblorosa, Manolios habló: —Cristo.

Los tres se sobresaltaron, como si Cristo hubiera aparecido entre ellos, pobre, perseguido, sangrándole los pies.

[Nikos Kazantzaki, Cristo de nuevo crucificado]

Fray Francisco Arias Marcelo, OFM [Fraternidad San Francisco, Mérida]

Agenda del Santuario

 

La Oficina de Información del Real Monasterio comunica que a la Misa del Domingo, 4 de febrero (12.00 de la mañana), acudirán muchos devotos de toda España a honrar a la Madre del Señor manifestada en Guadalupe. La Comunidad franciscana desea a todos una agradable estancia entre nosotros. Conviene, no obstante, que las peregrinaciones que deseen celebrar en la basílica o en la cripta del camarín,  reserven día y hora por correo electrónico: comunidad@monasterioguadalupe.com

Horario de Misas en la Basílica de Guadalupe
  • Días laborables: 12:00 (Misa de Peregrinos) y 19:00.
  • Domingos y días de precepto: 11:00, 12:00 (Misa de Peregrinos), 13:00 y 19:00.
  1. Antes de la misa diaria de Peregrinos y de todas las misas de domingos y festivos encontrará confesores disponibles.
  2. Todos los días del año se reza el Ángelus o Regina Coeli, y media hora antes de la misa vespertina, el Rosario Mariano.
  3. Todos los jueves del curso pastoral, media hora antes de la misa vespertina, la Comunidad y los demás fieles tiene adoración eucarística y rezo de Vísperas.
  4. Todos los viernes de Cuaresma, después de la misa vespertina, se reza el Viacrucis

 Son cinco números al año y almanaque de pared (tamaño folio, portadas y 40 páginas en papel satinado a todo color): 19 €. Suscríbase ahora mismo en  guadalupe.mcs1916@gmail.com o Revista Guadalupe  Real Monasterio s/n  10140 GUADALUPE (Cáceres)

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